Para empezar

Estos días al leer el texto de Alain Badiou "El siglo", ver lo que pasa con "el campo", reflexionar sobre la familia que estoy empezando a conformar a partir de la llegada de un hijo en octubre de este año, encontrarme nuevamente con la conflictiva de encontrar trabajo digno, de encontrar espacios de intercambio y lucha, de soportar día a día los prejuicios de una sociedad que no entiende cuando le hablás de vivir consumiendo menos para llegar a un nivel de vida razonable y equilibrado y por sobre todo de escuchar de boca de cada vez más gente el recrudecimiento de la crítica xenófoba, homofóbica, de moral cristiana y por sobre todas las cosas machista, entré en una especie de cólera desesperante.
La ignorancia generalizada reina la sociedad. El nivel de violencia en el que nos estamos sumergiendo es desesperante. Como dije anteriormente el fútbol es uno de los ejemplos de nuestra cultura de canalizar nuestra impotencia. Porque cuanto más nos encontramos con la falta de posibilidades, menos creemos en nosotros mismos; nos hacemos cargo de ese problema y nos generamos la culpa. Ésta maldita culpa nos encierra. Nos desvaloriza, nos baja el autoestima. Y cuando el auotestima cae tan bajo, nuestra impotencia se convierte en absoluta. Ahí recurrimos a la violencia. Es la descarga de todas nuestras frustraciones. De todas nuestras broncas por todo lo que no somos capaces de afrontar y solucionar. La fase final de ésta desvalorización como individuos puede ser la falta de ganas de continuar viviendo. Esto obviamente no funciona en el cien por cien de los casos, pero es la estructura a la cual nos quieren condenar indefectiblemente. Para el desahuciado y marchito hombre que desarrolla este padecer, no queda más aliento que la extrema valorización de ciertas instituciones de encapsulamiento. Por ejemplo: la familia.
Es el refugio del desamparo social. Es el único encuentro con el sentido de pertenencia. Pero esto sucede mejor para con los supuestos "exitosos" de este sistema. Abogados, contadores, ejecutivos empresarios, desarrollan una increíble sobrevalorización de la estructura familiar, que si no consiguen hacerla real, se ven obligados a manternerla en situación de virtual prosperidad para continuar refugiados en ese status alcanzado. Consiguiendose así la conversión de las relaciones más importantes como lo son el amor y los vínculos de afecto, en horribles condenas morales atadas a a los intereses más destructivos de la sociedad.
En un comienzo nombraba a Alain Badiou dentro de las reflexiones de estos días por el hecho de lo que remarca en el texto:

"El hombre nuevo, en el presente real del siglo, significaba ante todo, cuando uno era progresista, escapar a la familia, a la propiedad, al despotismo estatal. En la actualidad parece que la "modernización", como dicen de tan buena gana los maestros, consiste en ser un buen padrecito, una buena madrecita, un buen hijito, llegar a ser un ejecutivo eficiente, enriquecerse todo lo posible y dásrselas de ciudadano responsable. Ahora, la divisa es: Dinero, Familia, Elecciones."

Nada más cierto que esto. Por esto me surgio la urgencia más que nunca. Fijense cual es la estructura... Preguntense ahora como se quiebra... Preguntense ahora como se intentaron quebrar estas estructuras de vida....
Creo que me surge la urgencia de pisar el acelerador. ¿Por qué? Porque obviamente los movimiento contrahegemónicos de la historia nunca han completado las revoluciones para poder emancipar al hombre.
Considero que un error principal del pensamiento de Marx puede ayudar a definir la estrategia, para no cometer más errores...
Marx dijo que era necesario que la burguesía pueda instaurar definitvamente el capitalismo en cada lugar del mundo, y que sería en ese momento cuando el proletariado se rebele contra ese sistema instaurado... ¡Terrible error! El proletariado nunca pudo dar vuelta nada y peor aún, quedó completamente hundido bajo el poder capitalista hasta casi su completa extinción.
¿Qué podemos entender de esto? Bueno, creo que es claro: nunca se le puede dar tregua al capitalismo, ni durante su conformación ni en su ocaso.
La acción es definitiva. O se lo destruye de raíz o jamás conseguiremos nada.
Estamos frente a la creciente oleada de una etapa definitiva del sistema capitalista, que es esta expansión de un capitalismo fascista ya no basado tanto en las ideas totalitarias convencionales, sino mas bien a través del neoliberalismo "democratizante", que logra consensuar su política con una demagogia que podríamos denominar en cierto punto y a pesar de la repugnancia que genera, "admirable". Esta demagogia, ni siquiera es una verdadera demagogia, porque prácticamente no esconde mucho en el discurso, pero realmente cumple la misma función y genera el mismo efecto consensual, que demuestra que los niveles de insensibilidad, incomprensión y falta de criterio político de la población son exageradamente grandes.
Vuelvo a repetir entonces, es tiempo de acelerar el asunto. La acción no puede ser otra cosa que deshacer el mundo tal cual es y para esto es necesario una idea radical de cambio. Que para los prejuiciosos, temerosos y mediocres advierto: No sería imposible de realizar si fueran capaces de afrontar esos terrible miedos que guardan dentro y que no les permite ver otra realidad que la que ustedes mismo han ido creando más allá de lo que les impusieron. Recuerden que en definitiva la realidad, es una percepción individual creada bajo los efectos de cierta influencia, pero nunca llega a ser definitiva hasta que el individuo la asume como tal.
Es hora de replantear y cuestionar todo lo dado. Todo empieza ahora y en uno mismo. La liberación del ser humano de sus propias estructuras, es el camino y el fin al mismo tiempo.
Y como han proclamado en algún momento en aquel Mayo Fancés que por estas fechas está más presente:
" Los que hacen las revoluciones a medias no hacen más que cavar sus propias tumbas."